Nadie sabía dónde estaba Posse. Su mujer no lo tenía claro y entre
dormida como estaba solo decía que había “viajado por trabajo”. Galíndez sabía
que eso era imposible pero no tenía sentido seguir con ese tema frente a una
mujer que estaba completamente desgastada. Julieta, según le había dicho que se
llamaba, tenía la cara y el cuerpo cansado, la mente hecha una esponja
maltrecha y muy pocas ganas de salir adelante. Mientras la madre de ella estaba
a su lado mirando como el médico que había venido a asistirla le tomaba la
presión, se dio cuenta de que había llegado a tiempo, que quizás si no hubiera
ido, si le hubiera hecho caso a las ganas que tenía de irse, de abandonar la
búsqueda de esas famosas carpetas, seguramente Julieta no hubiera tenido
chances de ver un nuevo día. Saludó. Le agradecieron sinceramente, pero a la
distancia. Caminó a la puerta que estaba todavía abierta, salió al palier y
cerró. Le pareció desconsiderado dejarla abierta, ya había pasado el apuro, ya
había pasado la urgencia.
viernes, 30 de mayo de 2014
miércoles, 28 de mayo de 2014
Me levante despacio
de la cama en la que estábamos tirados, recorrí con la vista y supuse que
estábamos en su habitación. No recordaba nada, qué había pasado luego del
boliche, qué habíamos dicho, que habíamos pensado, si es que algo así había
sucedido. Empecé a vestirme, no quería despertar a Milagros. Ella dormía. No sabía la hora y tampoco quería
saberla así que cuando me puse el reloj tuve cuidado de no mirar las agujas,
como si eso fuera a evitar de alguna forma que el sol saliera cuando le llegara
su hora. Seguramente era tarde y yo no debía estar ahí. Por Lorenzo, por su
marido, por ella. ¿Pero…qué iba a hacer? Mi vida siempre había sido así, no iba
a cambiar, tenía una conexión especial con las mujeres, con todas, inclusive
con mi mujer, claro que antes, mucho antes, de que fuera mi mujer. Terminé de
ponerme la camisa en la oscuridad. Milagros, como dije, era morocha y flaquita. Dormía
desparramada en la cama doble. Tan flaca era que sin corpiño podías contarle
las costillas que se le transparentaban en una piel tan blanca que parecía
nieve. Era flaquita pero tenía muy buena cola, eso iba a contarle a Lorenzo. El
iba a sonreírse pero se enojaría igual.
Termine de vestirme y salí al pasillo. No había nadie que pudiera verme.
Termine de vestirme y salí al pasillo. No había nadie que pudiera verme.
martes, 20 de mayo de 2014
Cinco Mil en Radio - FM Rock and Pop Cba 95.5
Excelente comentario del libro en el Programa No Es Lo Que Parece de R&P Cba, de la mano de Caio Lamberti y equipo. Mayo 19 2014
viernes, 16 de mayo de 2014
Repartimos la plata
que llevábamos en dos paquetes y en cuatro partes iguales y las pusimos en unas
bolsas de trajes que habíamos llevado especialmente. Las colgamos en el placar,
nos vestimos y bajamos al lobby para ir a cenar. Cada uno llevaba 50.000 pesos
para cambiar, consultamos en la conserjería y nos dijeron que podían hacernos
el favor de cambiarnos ese dinero, nos pagaban un poco menos pero no había una
diferencia importante, aunque fuera mucha plata. No podemos gastarnos esto en
una noche le dije a mi hermano. Me hizo una seña y entendí que estaba de
acuerdo. Él había cambiado lo suyo por dólares y yo mis pesos por escudos,
esos, los míos estaban destinados a volar.
lunes, 12 de mayo de 2014
No me pasa nada, Julieta…nada.
Mi mujer insistía preguntándome algo que de tan obvio era ya absurdo. Yo seguía poniéndome cada vez de peor humor, cualquier cosa me molestaba. Me sentía como debe sentirse un león enjaulado. Atrapado, oprimido, desesperado, necesitado de explotar de furia y acción, esperando que se abra la puerta para terminar con todo. Comíamos en silencio, los tres, la nena no dijo una palabra, se daba cuenta de que algo pasaba, como ella, como mi esposa. Pero la diferencia entre las dos estaba en que mi mujer no podía quedarse callada.
Gustavo, ¿me vas a decir qué te pasa? ¿Te echaron del trabajo? Contame…soy tu mujer, tengo que saber- Suplicó. Dejé el tenedor sobre el plato, con violencia, a propósito, para que quedara bien claro que ya me había hartado. Le hice una mueca horrible, le saqué la lengua y con el dedo en mi sien le hice entender que estaba loca.
Mi mujer insistía preguntándome algo que de tan obvio era ya absurdo. Yo seguía poniéndome cada vez de peor humor, cualquier cosa me molestaba. Me sentía como debe sentirse un león enjaulado. Atrapado, oprimido, desesperado, necesitado de explotar de furia y acción, esperando que se abra la puerta para terminar con todo. Comíamos en silencio, los tres, la nena no dijo una palabra, se daba cuenta de que algo pasaba, como ella, como mi esposa. Pero la diferencia entre las dos estaba en que mi mujer no podía quedarse callada.
Gustavo, ¿me vas a decir qué te pasa? ¿Te echaron del trabajo? Contame…soy tu mujer, tengo que saber- Suplicó. Dejé el tenedor sobre el plato, con violencia, a propósito, para que quedara bien claro que ya me había hartado. Le hice una mueca horrible, le saqué la lengua y con el dedo en mi sien le hice entender que estaba loca.
jueves, 1 de mayo de 2014
Tomé el teléfono y disqué el número que tenía en la agenda. Sonó y sonó, una y otra vez. Mientras esperaba
que pasara el tiempo, se me ocurrían tantas ideas que tuve que sacudir la
cabeza para que no se enredaran. De pronto, escuché una respuesta.
- ¿Hola?
-¿Lorenzo? ¿Qué hacés?- Dije y esperé a ver si me reconocía
- Gustavo, ¿qué hacés vos? Tanto tiempo… ¿En qué andás?
- Sí, cierto…Te estuve llamando – mentí - pero seguro estabas laburando ¿no? tengo una idea de un negocio que me han ofrecido y pensé que a lo mejor vos podías sumarte…participar, bah
- Sí, qué se yo…Puede ser, decime… ¿De qué se trata, qué idea tenés?
- No, por acá no, prefiero que nos veamos. ¿Podés esta tarde tipo 6? En La Giralda, el bar de Calle Corrientes. ¿Te parece?
- ¿Hola?
-¿Lorenzo? ¿Qué hacés?- Dije y esperé a ver si me reconocía
- Gustavo, ¿qué hacés vos? Tanto tiempo… ¿En qué andás?
- Sí, cierto…Te estuve llamando – mentí - pero seguro estabas laburando ¿no? tengo una idea de un negocio que me han ofrecido y pensé que a lo mejor vos podías sumarte…participar, bah
- Sí, qué se yo…Puede ser, decime… ¿De qué se trata, qué idea tenés?
- No, por acá no, prefiero que nos veamos. ¿Podés esta tarde tipo 6? En La Giralda, el bar de Calle Corrientes. ¿Te parece?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)