Repartimos la plata
que llevábamos en dos paquetes y en cuatro partes iguales y las pusimos en unas
bolsas de trajes que habíamos llevado especialmente. Las colgamos en el placar,
nos vestimos y bajamos al lobby para ir a cenar. Cada uno llevaba 50.000 pesos
para cambiar, consultamos en la conserjería y nos dijeron que podían hacernos
el favor de cambiarnos ese dinero, nos pagaban un poco menos pero no había una
diferencia importante, aunque fuera mucha plata. No podemos gastarnos esto en
una noche le dije a mi hermano. Me hizo una seña y entendí que estaba de
acuerdo. Él había cambiado lo suyo por dólares y yo mis pesos por escudos,
esos, los míos estaban destinados a volar.
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