martes, 10 de junio de 2014

Me pasé un par de días tranquilo, paseando por Madrid, tomando el sol y probando comidas típicas, me hice adicto al jamón y a la cafetería California, me acostumbré a andar pausado y hacer compras en las mejores casas de ropa. Pasaron esos días entre que me reponía de los golpes recibidos y cambiábamos billetes de 5000 pesos como si fueran de juguete. Adoptamos un método. Llevábamos al banco 20.000 pesos por día y ese monto lo cambiábamos un 30 por ciento en pesetas y el resto en dólares. 

jueves, 5 de junio de 2014

No abrí la boca y le pegué una patada a la máquina de discos, el tipo se dio vuelta girando velozmente y me sorprendió con un puñetazo en la cara. Sentí otro golpe en la nariz, algo más en la frente y el piso frío y sucio en la espalda. Alcancé a ver a Lorenzo a mi lado, la pecosa que hablaba pero yo no podía entenderle, mi amigo de bigotes inclinado sobre mí con la camisa ensangrentada. Levanté la mano como pude y me apoye en mi hermano, me senté en el suelo. La cabeza me dolía muchísimo, me latía con fuerza como si fuera un globo a punto de estallar. 

miércoles, 4 de junio de 2014

Metí las manos en los bolsillos para que no se me congelaran. Toque algo en el derecho y asocié con ese hallazgo a Brigitte primero y a Solange después. Saqué el papel del bolsillo y lo abrí. La dirección de Solange en la letra aniñada y retorcida de Brigitte. Miré mi reloj, no era tan tarde y de todas formas no me importaba. Me acerqué al cordón de la vereda esperando encontrar un taxi.
París me gustó tanto como había esperado. Las calles anchas y los edificios tan grandes y bien conservados, el río cruzando la ciudad; intenso, espeso. La vida era otra en esa ciudad, eso podía sentirse en la piel. Había un refinamiento especial, un glamour como decían ellos. Quizás también fuera el resultado de mis ganas de sentirme en el paraíso de una vez por todas. Todas las ciudades donde habíamos estado me parecieron bellas, cada cual en su forma, cada cual con sus secretos, pero en el caso de París todo se había revelado mas allá de mis expectativas. Así fue como caminamos hasta el Arco del Triunfo, nos hartamos de ver los famosos y populares Renault Dauphine que en Buenos Aires apenas estaban asomando. Tomamos un obligatorio café en el Café de la Paix, mirando la calle, absurdamente sentados en la vereda dando la espalda a la lógica de sentarse frente a frente

viernes, 30 de mayo de 2014

Nadie sabía dónde estaba Posse. Su mujer no lo tenía claro y entre dormida como estaba solo decía que había “viajado por trabajo”. Galíndez sabía que eso era imposible pero no tenía sentido seguir con ese tema frente a una mujer que estaba completamente desgastada. Julieta, según le había dicho que se llamaba, tenía la cara y el cuerpo cansado, la mente hecha una esponja maltrecha y muy pocas ganas de salir adelante. Mientras la madre de ella estaba a su lado mirando como el médico que había venido a asistirla le tomaba la presión, se dio cuenta de que había llegado a tiempo, que quizás si no hubiera ido, si le hubiera hecho caso a las ganas que tenía de irse, de abandonar la búsqueda de esas famosas carpetas, seguramente Julieta no hubiera tenido chances de ver un nuevo día. Saludó. Le agradecieron sinceramente, pero a la distancia. Caminó a la puerta que estaba todavía abierta, salió al palier y cerró. Le pareció desconsiderado dejarla abierta, ya había pasado el apuro, ya había pasado la urgencia.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Dejate Atrapar! - La Primera Parte de Cinco Mil Gratis en tu correo

Click aca
Me levante despacio de la cama en la que estábamos tirados, recorrí con la vista y supuse que estábamos en su habitación. No recordaba nada, qué había pasado luego del boliche, qué habíamos dicho, que habíamos pensado, si es que algo así había sucedido. Empecé a vestirme, no quería despertar a Milagros.  Ella dormía. No sabía la hora y tampoco quería saberla así que cuando me puse el reloj tuve cuidado de no mirar las agujas, como si eso fuera a evitar de alguna forma que el sol saliera cuando le llegara su hora. Seguramente era tarde y yo no debía estar ahí. Por Lorenzo, por su marido, por ella. ¿Pero…qué iba a hacer? Mi vida siempre había sido así, no iba a cambiar, tenía una conexión especial con las mujeres, con todas, inclusive con mi mujer, claro que antes, mucho antes, de que fuera mi mujer. Terminé de ponerme la camisa en la oscuridad. Milagros, como dije, era morocha y flaquita. Dormía desparramada en la cama doble. Tan flaca era que sin corpiño podías contarle las costillas que se le transparentaban en una piel tan blanca que parecía nieve. Era flaquita pero tenía muy buena cola, eso iba a contarle a Lorenzo. El iba a sonreírse pero se enojaría igual.
Termine de vestirme y salí al pasillo. No había nadie que pudiera verme.

viernes, 16 de mayo de 2014

Repartimos la plata que llevábamos en dos paquetes y en cuatro partes iguales y las pusimos en unas bolsas de trajes que habíamos llevado especialmente. Las colgamos en el placar, nos vestimos y bajamos al lobby para ir a cenar. Cada uno llevaba 50.000 pesos para cambiar, consultamos en la conserjería y nos dijeron que podían hacernos el favor de cambiarnos ese dinero, nos pagaban un poco menos pero no había una diferencia importante, aunque fuera mucha plata. No podemos gastarnos esto en una noche le dije a mi hermano. Me hizo una seña y entendí que estaba de acuerdo. Él había cambiado lo suyo por dólares y yo mis pesos por escudos, esos, los míos estaban destinados a volar.

miércoles, 14 de mayo de 2014

lunes, 12 de mayo de 2014

No me pasa nada, Julieta…nada.
Mi mujer insistía preguntándome algo que de tan obvio era ya absurdo. Yo seguía poniéndome cada vez de peor humor, cualquier cosa me molestaba. Me sentía como debe sentirse un león enjaulado. Atrapado, oprimido, desesperado, necesitado de explotar de furia y acción, esperando que se abra la puerta para terminar con todo. Comíamos en silencio, los tres, la nena no dijo una palabra, se daba cuenta de que algo pasaba, como ella, como mi esposa. Pero la diferencia entre las dos estaba en que mi mujer no podía quedarse callada.
Gustavo, ¿me vas a decir qué te pasa? ¿Te echaron del trabajo? Contame…soy tu mujer, tengo que saber- Suplicó. Dejé el tenedor sobre el plato, con violencia, a propósito, para que quedara bien claro que ya me había hartado. Le hice una mueca horrible, le saqué la lengua y con el dedo en mi sien le hice entender que estaba loca.

jueves, 1 de mayo de 2014

Tomé el teléfono y disqué el número que tenía en la agenda.  Sonó y sonó, una y otra vez. Mientras esperaba que pasara el tiempo, se me ocurrían tantas ideas que tuve que sacudir la cabeza para que no se enredaran. De pronto, escuché una respuesta.
- ¿Hola?
-¿Lorenzo?  ¿Qué hacés?- Dije y esperé a ver si me reconocía
- Gustavo, ¿qué hacés vos? Tanto tiempo… ¿En qué andás?
- Sí, cierto…Te estuve llamando – mentí   - pero seguro estabas laburando ¿no? tengo una idea de un negocio que me han ofrecido  y pensé que a lo mejor vos podías sumarte…participar, bah
- Sí, qué se yo…Puede ser, decime… ¿De qué se trata, qué idea tenés?
- No, por acá no, prefiero que nos veamos. ¿Podés esta tarde tipo 6? En La Giralda, el bar de Calle Corrientes. ¿Te parece?

miércoles, 26 de marzo de 2014

Buenos Aires.
Una oportunidad, dos hermanos, catorce millones de pesos, dos muertos, cuatro heridos  y el primer asalto comando en Argentina. Agosto de 1963. El Asalto al Policlínico Bancario marcará por mucho tiempo un hito en la historia de la violencia Argentina. Mientras la policía, presionada por el poder político, busca y “encuentra” culpables,  el dinero no es hallado.  Los autores del asalto desaparecen y el éxito parece asegurado tejiéndose una aventura de viajes, amores cruzados y errores fortuitos.
Esta es la historia del final.